sábado, julio 17, 2010

Analisis de precios

Justificación del coste de una tortilla de patatas


JOSEP JUAN I ROSELL
Colegiado nº 9.309

Amigo Pedro:

En tu escrito “Licitación de una tortilla
de patatas”, aparecido en nuestra
Voz del Colegiado del mes de noviembre,
nos explicas tu experiencia en
este tema culinario, después de haber
contratado a mi empresa para la elaboración
de un exquisito plato con suministro
de materiales incluido.

Cualquiera que lea tus palabras pensará:
¡qué sinvergüenzas son estos cocineros-
contratistas!, que de un contrato
de tres euros consiguen acabar cobrando
diez (un 233,33% de incremento sobre
el importe de adjudicación).

Pero consciente o inconscientemente,
has dejado de contar algunos “pequeños
detalles sin importancia” que explicados
a continuación ayudarán a comprender
al atento lector los motivos del
aparentemente monstruoso incremento
de la valoración total de tu contrato.

Nos dices que durante el desayuno
del sábado preparaste las mediciones,
pero no cuentas que te llamaron del
taller para decirte que el coche lo debías
pasar a recoger antes de las 11 o,
si no, no dispondrías de él hasta el lunes,
con lo que no tuviste tiempo material
para hacer la lista y debiste coger
la lista del año pasado que te tocó
hacer el pastel de manzana y corregirla
sobre la marcha, con lo que en lugar
de patatas, la lista de la compra que
salió a concurso contenía manzanas,
lo que llevó a tener que negociar un
precio contradictorio del kilo de patatas,
obviamente más caro que el de
manzanas.








Con el lío del coche y de las cervezas
que te tomaste con tu asesor, que
no supo detectar que una tortilla de
patatas se hace con patatas y no con
manzanas, llegaste al mercado tarde,
con lo que la licitación tuvo que ser ES
rápida y no se pudieron comentar olvidos
como los de las cebollas y los pimientos,
con lo que también hubo que
negociar otro precio contradictorio.

Siendo ya domingo, y habiendo llegado
nosotros más tarde de lo que estaba
previsto, pero con tiempo suficiente
para hacer la tortilla, nos dimos
cuenta de que no habías negociado
correctamente con tu suegra la expropiación
de la cocina, con lo que no
podíamos cocinar en ella y tuvimos
que ir a buscar unos fogones de campaña
que, para no violentar a tu mujer,
no pudimos cobrar como unidad
aparte y debimos facturarlos como
dos huevos suplementarios (de ahí el
incremento de la medición de huevos
que aparentemente no se justifica).

Para terminar nuestro pequeño calvario,
llamó por teléfono la esposa de uno
de los amigos del grupo, que es la alcaldesa
del pueblo, y comentó que no se te
ocurriera hacer como el año pasado
que tu preparación gastronómica no llevaba
adornos. ¿Quién le dice que no a
una alcaldesa? Pero era domingo por la
mañana y las tiendas estaban cerradas.
Sabíamos de una tienda de adornos
para temas de cocina que abre los domingos
por la mañana pero que se encuentra
a 50 km de tu casa, con lo que
tuvimos que alquilar a un motorista
para que fuera a buscar cuatro detalles
que nos costaron lo que nos pidieron,
motorista aparte.

Entre una cosa y la otra (mediciones
cortas, unidades que deben cambiarse,
sobrecostes no previstos, partidas conseguidas
en mercados cautivos, etc.) la
valoración total de la tortilla subía a
doce euros, y después de una negociación
a cara de perro llegamos al acuerdo
de los diez euros. Tú no podías pagar
más y a nosotros ni nos interesaba
cobrar al cabo de dos años después de
un pleito judicial, ni nos interesaba perderte
como cliente, con lo que apechugamos
con los diez euros.

Alguien puede pensar que todo lo
que he puesto lo he inventado, pero
seamos francos, si no fuera verdad, en
la totalidad o en parte, ¿cómo un
hombre preparado y honrado como tú
hubiera llegado a un acuerdo tan desfavorable? Más valdría una excursión
sin tortilla de patatas que un atraco a
mano armada como has pintado. Pero
no podías dejar a unos amigos sin tortilla
de patatas y que además el juez le
diera la razón, ni que fuera parcialmente,
a tu proveedor.

No creas que tu caso sea el peor. Tu
amigo encargado de llevar las ensaladas
aún debía parte del contrato del año anterior,
con lo que antes de empezar a
hablar de lechugas y tomates hubo que
pagar lo debido, con lo que el contrato
de este año se disparó.Tu otro amigo, el
encargado de llevar las bebidas, tiene algún
caprichito no explicable a su mujer
y la única manera de financiarlo es desviando
parte de los fondos del día de
campo, con lo que los contratos tampoco
le cuadran demasiado bien. No desesperes,
he oído que hay grupos peores,
yo no los conozco, pero me han asegurado
que el jefe de uno de los componentes
de una pandilla que hace una
parrillada cada trimestre tiene una gran
aspiración política, y para financiar las
campañas electorales obliga a ingresar
el 3% del importe de los contratos en
una caja negra (parecida a la de los
aviones). Lo malo del caso es que se están
planteando pasar de parrillada trimestral
a parrillada mensual.

En fin, que si quieres contratar sin
sobresaltos debes definir con precisión
lo que quieres contratar; en ingeniería
civil esto se llama proyecto. No puede
ser que para hacer una tortilla de patatas
se utilice la lista de la compra de un
pastel de manzana corregida, con lo
que muchas cosas se acaban colando.

La definición de lo que se necesita no
es fácil y esto lleva a que en ingeniería
civil los proyectos sean caros y lleven
tiempo. Hay que vigilar con los asesores
externos, no todos están capacitados
para detectar dónde hay los errores significativos.

También debes gestionar el
entorno, disponer de la cocina (de los
terrenos en general), que no haya estorbos
(servicios afectados) y que todos
aquéllos cuya opinión puede hacer
cambiar el contrato (alcaldes, diputados,
presidentes de asociaciones de vecinos…)
hablen en su momento o callen
para siempre.

PD. Todo parecido de este escrito
con la realidad de los ingenieros de
Caminos es pura coincidencia.
Y a ti Pedro, que aún no te conozco
personalmente, deseo que estas metáforas
sean el inicio de una verdadera
amistad.

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